martes, 8 de enero de 2013

Por un vasito con agua

Advertencia: En este post hablo sobre fluidos corporales que podrían incomodar a varias personas. Ya avisé.

Todo comenzó el viernes. Llegué a casa hambrienta con poco tiempo para preparar todo para una noche con amigos. No había comida rica, mas Thalia fue amabilísima y me trajo ají de gallina con arroz integral de su casa. Amo tomar gaseosa y raramente tomo agua, pero me entraron esas ganas de ser saludable por un rato, por lo cual decidí abrir mi caño y servirme un rico vaso de agua. Comí y todo bien.

Llegaron mis amigos, tomé un poco pero nada exagerado, noche tranquila. En realidad, mis noches han sido tranquilas últimamente. En año nuevo no tomé mucho porque no quise repetir la horrible escena el pequeño incidente del año pasado. He estado tomando seguido (la cerveza ocasional), pero todo tranquilo.

Sábado; me levanté tarde, como era de esperarse. En una combinación de reducir mi consumo de recursos/flojera, decidí no desayunar porque eso siempre me quita apetito para el almuerzo y ya era tarde. Eran las 2pm y yo muriendo de hambre. Rosa había preparado un delicioso seco con arroz, me sirvió un buen plato, que devoré, y decidí acompañar con un par de vasos, bien llenos, de Coca Cola. Después salí a montar bicicleta.

No comí nada después de eso, solo tomé media cerveza, realmente no tenía hambre. Más o menos a las 9pm estaba cansadísima, me dormí. Desperté con dolor de barriga, pero traté de no darle importancia, "quizás fue la Coca Cola", pensé -no, para mí la gaseosa es más natural que el agua, nunca me cae mal, no sé por qué traté de engañarme, en fin-. Con las justas pude subirme a un taxi y llegar a casa, tuve que dejar mi bici en la casa que fui a visitar. 

Casa, película, dolor de barriga en aumento. De repente, necesidad imperante de ir al baño e, inevitablemente, vomitar. Bueno, ahí se fue el almuerzo. Fui a echarme de nuevo, esperando que se me pase. Un rato después, tuve que volver a correr al baño, sintiendo que me moría y vomité, según yo, todo lo que quedaba de comida en mi cuerpo. Nope. Ya a la tercera corrida al baño, pedí ayuda en casa. Edu me hizo una manzanilla, que solo me dio más cosas para vomitar. ¿Qué demonios me estaba pasando?

Hice un repaso mental de todo lo que había hecho en los últimos días para merecer esto. ¿Acaso fue demasiado alcohol? ¿Montar bicicleta después de tomar gaseosa? ¿Esa media cerveza después de tomar anoche? ¿Maldición gitana? ¿Malos deseos? ¡¿KARMA POLICE?! Sentía que quería morir y por nada podía dejar de vomitar. 

Cuarta vez, saltar de mi cama, adiós manzanilla; pensé que eso sería todo. A la quinta solo tenía arcadas y escupía un poco, ya no tenía nada que vomitar, pero el impulso seguía ahí, no entendía nada. Derrotada, traje una almohada y una manta y dormí en el piso del baño, por si acaso. 

Fue peor que cualquier noche vomitando por tomar. Por lo menos en esos momentos estás ebrio y no te das tanta cuenta de lo que pasa o no lo recuerdas tan claramente al día siguiente, o sabes que lo pasaste bravazo antes y lo vale. Pero esto, ¿qué era esto? ¿qué pasó con mi cuerpo para que se descomponga de esa manera? ¿cuándo iba a terminar? Me sentía como una niñita indefensa, a merced de mi cuerpo que parecía querer invertirse y dejar los órganos al descubierto. 

Lo siguiente que recuerdo fue despertar aún en el piso del baño, levantarme y tambalearme hasta mi cuarto, esperando no vomitar de nuevo. Por fin pude dormir.

Al día siguiente casi no desayuné, seguía demasiado asustada por lo que había vivido, me mantuve a base de sopas y Gatorade. Me reventaba la cabeza y tuve un poco de fiebre, mi mamá comenzó a decirme que era por mi estilo de vida desenfadado, demasiado alcohol, o comer basura en la calle, quizás era tifoidea, quién sabe dónde había estado. Rosa dijo que mi hígado me estaba pasando la cuenta aunque solo tenga veinte años, que tenía que dejar de tomar. Mi papá dijo que podía terminar teniendo gastritis y restringiendo mis comidas a poquitísimas cosas, nada de comida rica, y que me cuide. Me asusté muchísimo, no había estado tomando mucho, ni comiendo basura, ¿qué pasó? Comencé a creer que era culpa del alcohol y, realmente, era lo último que quería. Hígado no me falles en vacaciones pofavó.

Hoy -lunes- me sentí bien, mucho mejor, y seguí con mi vida casi como siempre, aunque sin gaseosa ni alcohol.

La respuesta a mi interrogante no llegó sino hasta la noche. 

Mi madre entró a mi cuarto y contó lo que había pasado:
"Acaba de venir la señora del tercer piso a decirme que los señores que vinieron a limpiar el tanque de agua el viernes en la mañana no lo hicieron bien. Al parecer tienen que vaciarlo tres veces y quién sabe qué cosas más, y no lo hicieron. Dice la señora que el sábado cambió el agua de la pecera de sus peces y todos murieron, sus hijos están tristísimos. Ya están arreglando el problema. De todos modos, evita el agua de caño."

No fue el alcohol, no fue la comida chatarra, no fueron los excesos. Fue el único momento de todo el fin de semana en el cual traté de ser sana. Fue un bendito vasito con agua el que me mandó al tacho todo el sábado en la noche y me hizo desear no sentir más. Todo por un vasito con agua.
Hígado, tenemos tiempo.


-Y, aunque me alivió saber qué fue, de todos modos me dio demasiada pena que esos pecesitos hayan tenido que morir. Al parecer su dueño (de ya veintitantos años) los quería muchísimo y los engreía y ahora los extraña profundamente. Qué pena que haya sido así.-

viernes, 4 de enero de 2013

Cupcake Wars

¿A uds no les pasa que ven un reality y piensan "yo podría ganar eso"? A mí me pasa con Cupcake Wars. Hoy justo veía "2 broke girls" y mencionaban el show. Realmente es uno de mis programas favoritos, me parece alucinante.

Me gusta hacer cupcakes (o muffins, en verdad nunca entendí la diferencia) desde el año 2007. Mi meta alguna vez fue abrir una tienda de muffins con una rampa de skate en la parte de atrás. Me parecía una idea genial y vendía muffins en el colegio ni tan clandestinamente, tenían buena aprobación. El plan -o uno de los posibles planes de vida- era estudiar Empresas y luego un poco de repostería. HUEVADAS. Todo porque creía que tenía que estudiar en la Udep obligatoriamente. En fin.

Me encantaba hacer muffins. Me divertía toda la tarde, me esforzaba un montón por hacerlos cada vez más ricos, buscaba maneras de que se vean más bonitos e invertía el dinero que no me sobraba en decorarlos con M&Ms. Pero en mi casa todos eran felices cuando los hacía y ya bueno, amo los cumplidos.  Los mejores que he hecho fueron hace casi un año,unos de arcoiris que quedaron esponjositos y todavía se me hace agua la boca cuando pienso en ellos. Too much buenos.

A la mitad del año pasado remodelaron la cocina, cambiaron de horno y nunca volvieron a salirme bien. Con la nueva ubicación de todo, cambié de lugar los moldes, les salieron cositas blancas, llevé Microbiología, aprendí sobre hongos, entré en pánico y los boté al tacho. Muffins nunca más.

Aún así, amo ver ese reality porque es como revivir el sueño de la empresa de muffins; yo en una cocina gigante con una batidora de esas hermosas (no necesito poner una foto para que quienes cocinan sepan de cuáles hablo), masa por todos lados, hornos gigantes y muchísimos moldes llenos. Qué feliz me veía en mi cabeza -cabe mencionar que cuando tuve ese sueño aún no se hacían famosos acá, así que planeaba ser la primera en lanzarlos en Perú, obviamente no tomé en cuenta que hasta que pudiera concretarla se habrían convertido en una cosa súper común-. A pesar de todo, sé que eso no es lo que quiero hacer con mi vida. Mi deber es con la Tierra y no estaría tranquila en mi cocina sabiendo lo cagado que está todo afuera. Quizás algún día.

Siempre queda la tele, a través de la cual vivimos nuestros sueños frustrados. No necesariamente frustrados por otras personas, quizás por nosotros mismos como este sueñito mío, por perseguir un sueño aún más grande. Igual, es bonito pensar en lo que pudo ser y emocionarte viendo a los que compiten.

Todos lo hemos hecho, siempre pensamos que podemos ganarle al de la tele. ¿O me van a decir que no pensaban que le podían ganar a los de "Leyendas del templo escondido"? Y alguna vez jugué en una versión pequeña de "America's Next Top Model", lo confieso. Y no, no gané. También tenía el sueño de ser descubierta por un agente en el lugar más insólito, si no fuera por las pulgadas que me faltaban. ¡En fin!

Volví a leer la entrada que linkeé más arriba (realmente solo leí un pedacito, el que hablaba de las carreras) y me di cuenta de que hice las tres cosas que más quería a mí manera. Mi pequeño negocio de ropa con Por M., Ingeniería Ambiental en una universidad que amo como carrera principal (y elegir esa carrera sigue siendo lo mejor que he hecho), y los muffins que retomaré este verano como gusto. Qué bueno que encontré una manera de hacer todo lo que quería, qué orgullo -otra cosa es que lo haga bien-. 

En fin, estoy de buen humor, con ganas de cocinar y de saber ¿uds. en qué realities se ven compitendo?