jueves, 26 de marzo de 2015

A la Agraria en bicicleta

Hoy me desperté con un día soleado hermoso, y después de sacar a pasear a mi perro, estaba tirada en mi cama haciéndome la pregunta de todos los días: "¿qué me pongo?"

De pronto, recordé que no había roto el billete que tenía y que no me alcanzaba para ir en combi, "gg supongo, iré en bici, aparte las endorfinas serán buenazas para mí" -porque la universidad ya me está arrastrando un poco al hoyo y darks-. 

Así que decidí aprovechar el sol, bañarme en bloqueador, ponerme mi ropa de deporte y sacar mi bici para ir a La Molina.

WORST. DECISION. EVER.

Subí a la bici y vino la primera pregunta "¿debería inflar las llantas?", dudé pero opté por hacerlo y fui al grifo. Al llegar ahí decidí no pedir ayuda y hacerlo sola, total I'm a strong independent woman who don't need no man. Así que me agaché, quité la tapita de la llanta y ¡lo logré! ¡bien!... y luego llegué a la segunda llanta. Sintiéndome increíblemente realizada, quise repetir el procedimiento. Tapa, cosaquelanzaaire, cosaquerecibeaire. Pshhh pshhh. Y no. Ok, una vez más. Pshhh pshhh. No. Csm la estoy desinflando. "Señoooooor..." -I'm a strong independent woman who knows when to ask for help.

En fin, comencé a montar y noté la gran diferencia entre hacerlo con llantas bien infladas y no, y me puse a pensar en todas esas cosas que se van desgastando poco a poco y no haces nada por arreglarlas porque no notas la diferencia hasta que por fin un día lo llevas al estado en el que siempre debería estar y es lo mejor del mundo y te pones a pensar por qué no lo hiciste antes. Me recordó a esa analogía de que si pones a una rana en agua hirviendo saldrá saltando pero si la pones en una olla con agua y vas subiendo la temperatura se quedará adentro hasta morir. Así pero con llantas de bici.

Seguí montando, agradecida de que me cedan el paso, cantando Taylor Swift como siempre. Comenzando a sudar. "Usu, qué bueno que traje agua fría".

Pronto comencé a sentirme más cansada de lo normal, me comenzó a faltar la respiración. "Tomaré un poco de agua."

Seguí montando cuando me encontré con una Cuarenta Integrada y me hizo pensar en eso que debes sentir al estar en el mar en un botecito y que una ballena gigante pase a tu costado, porque esa combi no deja nada de espacio en la pista a su lado para que montes y solo esperas que no te aplaste de un movimiento. Pero pasé.

Cruzando la embajada de EEUU comencé a sentirme en extremo cansada y no entendía porqué si había hecho esa misma ruta hace un mes sin problemas, y todo el ciclo pasado también la hice sin problemas. No entendía nada, pero ya sentía que quería morir un poquito.

Seguí montando y frente a Pio XII tuve que parar. ¡Siempre puedo hacer esta ruta sin parar! Pero no, hoy no. A todo esto, quería música empiladora, pero mi iPod shuffle está medio malogrado hace más de un año y no puedo cambiar de canción casi nunca, así que la situación fue así:

M.: hoe don't do it
iPod Shuffle: *plays "Neighborhood #4 (7 Kettles)"*
M.: oh my god...

Me resigné a seguir. Al rato no pude más y paré todo National Anthem. WTF M.?! ¿Dónde quedó el físico? probablemente olvidado en el verano con todas esas cervezas y esa completa falta de deporte.

Ya queriendo morir, seguí montando por el Golf, pasé por la casa de un amigo y pensé "Men, si estuviera en su casa y tuviera cómo comunicarme con él, definitivamente le pediría que me preste su ducha y una cama para morir", pero, alas, no era el caso así que me tiré en un pasto por ahí a morir un rato.

Ahí tuve una conversación conmigo a lo Gone Girl. "What are you thinking? How are you feeling? What have we done to each other? What will we do?" ¡¿QUÉ ME HE HECHO?! ¡¿qué voy a hacer?! Tirada en ese pasto, ya sin agua y condenada a un destino seguro de definitivamente tener que llegar a la universidad, encima tarde -así que por las puras todo- me puse a pensar en Amy y cómo había gonegirlneado a su esposo y pensé que el tipo realmente lo merecía pero la idea de matarte solo para cagarle la vida a otra persona ya me parecía muy excesiva, porque there's no revenge like success y no pues, eso no es. No vale la pena matarte por un huevón así (ni por nadie más, pero bueno). No lo haría pero la entiendo. En fin. 

 Seguí montando, cuesta arriba nomás, ya casi había pasado lo peor. Pensé en todos los amigos que iban diariamente en bicicleta a la universidad, en lo realmente admirable que es la gente que va desde la Av. La Marina o San Isidro, desde la parte de arriba de Las Viñas o Los Álamos, y cómo soy un común mortal que a las justas podía sostener su peso en ese momento, pero seguí y llegué.

Y me divertí tanto hablando conmigo que decidí escribirlo acá pero ya no sé si era tan chistoso o era solo yo que nunca había sentido tantas ganas de vomitar haciendo ejercicio. 

Sobreviví, de todos modos.

Ya de regreso me puse a pensar en si realmente había sido la peor decisión que tomé en mi vida y me di cuenta de que no, probablemente era la cuarta, pero las tres primeras quedarán para mí.

Y el regreso fue hermoso, 20min con el aire en la cara, el sol que no quemaba mucho y cantando Taylor Swift a todo pulmón. Hizo que valga la pena la ida. No mentira, no lo hizo, pero me gusta pensar que un poquito sí.

Y sé que eventualmente recordaré esto con cariño y volveré a hacerlo y ¡pobre ilusa!
M. del futuro, M. del presente te pide que por favor esperes a que baje el sol antes de volver a mandarte de esta manera. Y lleva más agua. 

Comenzamos los diarios de bicicleta.