Ayer regresaba con Tito de pasear, cuando éste olía los últimos árboles de la calle antes de regresar a casa. De pronto, aprovechó la elasticidad de su correa y fue a oler algo a la pista. Luego, comenzó a lamer.
"Qué perrito más tonto" -pensé, pues ¿qué podría estar comiendo? ¿asfalto?
Y lamía y lamía, hasta que ya impaciente fui a ver con claridad qué era eso tan apetitoso que lamía.
Nada menos que una paloma muerta recontra aplastada pegada a la pista. ¿Y Tito? feliz.
Qué tierno mi perrito, toda una ternurita.
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