jueves, 27 de septiembre de 2012

Cosas que me fastidian

Una pequeña lista de cosas que me fastidan:

-La letra comic sans
-Las canciones de Juanes, particularmente "Nada valgo sin tu amor" y "Volverte a ver"
-Algunos grupos de amigas mujeres
-Las expresiones de amor entre dichos grupos
-Las relaciones amorosas de las personas de dichos grupos
-Las niñas de 12-13 años que se creen conocedoras del mundo

-Entre otros-

Cuando veo esas cosas en la calle, en chicas de colegio, no puedo evitar sentirme fastidiada. Y hay muchísimas cosas más que me fastidian. ¿Por qué?

He notado que todas las cosas que me fastidian eran las cosas que amaba hace 7-8años. Nunca olvidaré eso.

Era una chica que a los 12 años pensaba que las relaciones debían ser serias y tenía un tipo de chico que era "su tipo" y esperaba al príncipe que llegaría por ella. Me jactaba de tener una madurez que aún creo que tenía, juntada con altas expectativas, demasiado altas para esa edad. Era una chica con un grupo de amigas que querían tener enamorado, se creían lo máximo en sexto grado, nos considerábamos lo máximo y me enamoré de un chico que se salía de lo que era "mi tipo". Y, no lo vi venir, realmente me rompió el corazón.

Siempre leo esos memes de "Ah, así que tienes 12 años, cuéntame cómo te rompieron el corazón..." o algo así, como si a esa edad no pudieras sentir algo fuerte. Es como si la gente no recordara esa edad. Aunque no todos lo vivimos con la misma intensidad, para mí sí fue fuerte y fue realmente traumático. Tanto que aún odio todo lo que me recuerda a cómo era en esa época, a cómo fui tan crédula y cómo me dejé aislarme tanto tiempo. Y cómo nadie me tomó en serio. En general, primero de secundaria fue un año muy difícil para mí. Y bueno, aprendí mil cosas y todo, pero sigue siendo algo que me dolió y me formó bastante.

He notado que solemos odiar en otras personas las cosas que odiamos en nosotros (Oh M., dinos algo nuevo) . Más o menos después de unos 9 meses desde que me rompieron el corazón (o realmente permití que lo hagan), aprendí quizás lo más valioso hasta ahora: Si hay algo que no te gusta, es tu deber cambiarlo.

Sé que me sentía especial sintiéndome tan triste, me sentía diferente al resto de personas de mi edad. Yo viví un amor que me consumió y me dejó devastada. Ellos no, solo reían. Era lo que me distinguía. Pero no estaba aprendiendo. 

Eventualmente me levanté, me alejé de las personas que me hicieron daño (no eran malas, solo me hicieron daño y yo estaba acostumbrada a no quejarme), conseguí nuevas amigas que hasta ahora son mis mejores amigas, y cambié. 

Ya no recordaba por qué escribía esto pero de pronto lo hice.
Hoy escuché cómo mi mamá le decía a Gonzalo (aka Mini Stalin) que es más fácil que cambie sus malas costumbres ahora, porque cuando sea grande le será muy difícil. Y que si quiere cambiar algo, debe hacerlo él. 

Sé que solemos sentirnos víctimas de las consecuencias o víctimas de nuestros propios actos (particularmente esos ebrios o hechos sin pensar demasiado), hacemos cosas que después lamentamos y debemos pedir perdón, no sabemos si podremos cambiar. Yo siempre creo que podemos cambiar, y quizás eso me hace una optimista ciega, pero por eso siempre perdono. Porque siempre sé que se puede ser mejor. El problema es que si la otra persona no ve y realmente cree que puede ser mejor, estás condenado a decepcionarte si esperas algo de ellos. 

Solemos decir que queremos cambiar pero no lo hacemos. Yo digo que quiero dejar de ser floja, pero sigo llegando tarde a todas mis clases de la mañana y sigo haciendo lo mismo día tras día mientras me repito que quiero ser mejor. Es demasiado fácil ceder. Creo que hemos olvidado la belleza del sacrificio. Pensamos ¿para qué me voy a sacrificar? Ni que fuera idiota. Pero no, hay belleza en el sacrificio. En dar el extra y no siempre darnos un placer. En ganarnos un placer. En poner nuestra voluntad a prueba. Creo que hemos satanizado al sacrificio cuando hay tantas cosas buenas. Si pongo a prueba mi voluntad, jalo miserablemente todos los días. ¿En qué me convierte eso? En alguien presa de sus debilidades. No quiero ser eso. Quiero ser mejor de lo que soy.
Todos queremos ser una versión mejor de nosotros mismos.

En fin, yo tengo algo propuesto para mí misma, además de llegar a tiempo a clases. Será un reto y no vale poner excusas. 

Quiero un cambio, queremos un cambio y sé que tú quieres cambiar esta situación. Y sé que todo depende de nosotros mismos, de tener voluntad y hacer sacrificios, al final la recompensa es mucho más gratificante así. Aún estamos a tiempo de cambiar lo que no nos gusta y, realmente, siempre lo estaremos, pero es mejor hacerlo ahora.