martes, 17 de noviembre de 2020

Inti y Bryan

No pensaba escribir, pero escribir es una gran manera de dejar registros de primera mano.

Hoy es 17 de noviembre. 

El 9 de noviembre, el congreso peruano decidió destituir a Martín Vizcarra por incapacidad moral, término que usaron libremente, sin juicios, ni condenas, en contra de lo que la mayoría de la población deseaba, a pocos meses (abril 2021) de las próximas elecciones. 

Los días posteriores, pudimos ver cómo entre los congresistas, no exemptos de investigaciones propias, buscaban repartirse el país a sus anchas.
Leyes para disminuir las regulaciones ambientales, para hacer minería aluvial en la Amazonía, para crear universidades, para disminuir estándares educacionales. Repartija en cuestión de días.

Salimos a marchar, claramente. A marchar, a pesar de estar en cuarentena desde el 15 de marzo. A pesar de habernos esforzado por guardar distancias, por no ver a amigos, por no abrazar familiares. Salimos a exponernos a un virus del que nos habíamos cuidado por meses, porque podemos perder la vida, pero no la patria.

Cuando comencé este blog, a los 16, vivía en Surco con mis padres. Hace un año me mudé, y ahora vivo en Miraflores, con mi novia y amigos. Ciertamente es uno de los distritos más privilegiados, pero eso no me ha hecho indiferente a la realidad social. Sin embargo, ha servido como escudo. 

El martes marché en Miraflores, el miércoles también. Casi sin riesgo, aunque, para sorpresa mía, igual nos gasearon el segundo día. A pesar de la paz.

El jueves fui al Centro de Lima, donde sabía que era la real manifestación. Recuerdo que en el 2014 marché ahí a favor de la Unión Civil y nos gasearon y tiraron agua, a pesar de ser 300 personas, bajo la excusa de que tratamos de llegar al congreso y era un área restringida. Después vimos cómo dejaron que Parejas Reales y Con Mis Hijos No Te Metas llegaran ahí en contra de los derechos de las personas LGBTI+ sin objeción, resguardados por la policía. La gente puede marchar en el Congreso pero, ~solo la gente correcta~. 

Este jueves no fue diferente. Apenas llegamos a Piérola con Abancay nos llovieron las bombas lacrimógenas. ¿A quién pondríamos en riesgo? Los congresistas estaban en su casa sesionando por Zoom. Sin embargo, la represión siguió. 
Gracias a mis dos mascarillas y a mis lentes de laboratorio pude resistir casi sin percance, pero la violencia era innegable.

Al llegar a casa nos dijeron "bueno, pero no murió nadie". 

El Congreso y el Presidente Ilegítimo buscaban un muerto, y lo consiguieron dos días después.

Es desolador saber que después de toda la violencia del jueves me recibieron mis padres diciéndome que me lo estaba inventando, que estaba siendo influenciada, y que los protocolos no eran esos. Desde las protestas en Chile el año pasado, sé que las autoridades se saltan los protocolos. Que disparan al cuerpo, tanto lacrimógenas como perdigones. 
Es una tristeza tremenda saber que hay gente que no puede reconocerlo. 

Sabía además que no pararían si no presentábamos un muerto. 

El jueves en la noche ya lo sabía, cuando dijeron que ~solo~ había heridos graves, como si ser desfigurado o quedar parapléjico fuera poca cosa. Ellos querían un muerto.

Y el sábado lo consiguieron. 

Fue horrible saber que la represión del jueves no fue suficiente.

Que después del martes 10, cuando se denunció violencia policial, demasiadas bombas lacrimógenas y perdigones, el Congreso se negó a interrogar al jefe de la policía. Después del jueves, los felicitaron por su accionar. 

El sábado salieron a matar, como los otros días, pero a diferencia del resto, esta vez lo lograron. Obviamente negarán que fueron ellos. Dirán que no contaban con las armas. Pero hay videos de bombas cayendo de helicópteros. Y ningún civil habría logrado el ángulo para disparar esas balas.

Hoy lloramos por Inti y Bryan. Porque sus muertes fueron el detonante del cambio, pero no debieron serlo, nadie debió morir. Sin embargo, los líderes dejaron claro el jueves que necesitaban un muerto. 
Nadie salió a marchar el sábado pensando en que ellos serían el muerto. 
Solo sabíamos que necesitábamos lograr el cambio, y que no queríamos ser el muerto.
Pero ellos, provida, querían un muerto. 
Y tuvieron dos. 

Y lloraremos siempre por ellos. 

Eran dos pequeños. 22 y 24 años. Una vida por delante. ¡Tanta vida por delante! No dieron su vida por el país, el país les quitó la vida. 

El país les quitó la vida. 

Nunca nada la devolverá. 

Ni la democracia recuperada. 

Y sé, por experiencia, que el país no estará a la altura del sacrificio. De la masacre. 

Pienso en ellos y no puedo dejar de llorar. Nadie debió morir. 

Los políticos pedían un muerto. 

El conflicto sería más grande, pero nadie debió morir. 
Las revoluciones siempre tienen muertos, pero estamos hablando de personas reales. No cifras, no puntos. Personas. 
Nadie debió morir. 

No hay perdón. 
Nadie debió morir.
Menos por culpa de 105 corruptos. 
Menos por sus caprichos. 

¿Qué patria es esta?

martes, 27 de octubre de 2020

Por qué no denuncié

 Hace poco más de 4 años escribí un post en el cual mencionaba que un hombre a quien consideraba uno de mis mejores amigos me agredió sexualmente. A mí y a mi novia. (Post aquí)

Ahí hablé mucho de cómo nos acomodamos para no herir al agresor. También me gusta lo que escribí sobre perdonar a quienes se merecen perdón, y sobre todo que uno no debe mejorar para ser perdonado sino para dejar de ser una cagada.

Dije que estaba harta y que de ahí en adelante denunciaría. 

Pero nunca puse su nombre.

Y hasta ahora no lo pongo. 

¿Por qué no lo hice?

No quería hacerle daño. 

Quería darle la posibilidad de enmendar lo que hizo. De poder comenzar en blanco una vez más. Yo ya no estaría ahí para verlo, pero podría tener un futuro mejor si realmente se lo proponía. Quería que pudiera ser mejor sin esa mancha.

Cuidé de él aún cuando él abusó de mí y del amor que le tenía.

A lo largo de estos años he sentido muchas cosas: he extrañado a mi amigo. Lo he odiado. Lo he maldicho. He sentido miedo al verlo, ahora que sé de lo que es capaz. He sentido muchísima rabia al ver cómo desperdiciaba la oportunidad que le di. He querido venganza. Vengar mi dolor, mi pérdida. La pérdida colectiva de quien pensamos que quizás era cruel a veces pero nunca a ese nivel. 

He querido imaginar que volvía un día reconvertido después de entender cómo su odio se había traspasado a mí, y se traspasaba a todo a quien hiriera.

He querido imaginar que regresaba como un ser empático que ahora se preocupaba por ponerse en el lugar de los demás y podía incluso aceptar no tener la razón. Que podía dejar ir.

He cuidado una imagen de algo que podría ser, pero hasta donde sé nunca llegó a ser. He cuidado su potencial.

No pensé que sería por tanto tiempo.

Y en verdad no sé si ha valido la pena.

Mi novia no lo denunció porque, a pesar de haber sido agredida y con mucha razón querer hacerlo, ella me ha cuidado a mí.

Sin entender mis razones, ha respetado que yo no quería gritarlo.

A veces temo que haya sido en vano, y haberle quitado la posibilidad de exigir algún tipo de vindicación.

En verdad esta persona ni siquiera merece saber esto.

Toda la consideración que ha recibido.

Sin embargo, lo escribo porque entiendo a quienes no denuncian públicamente. Entiendo a quienes lo cuentan a un círculo pero no lo sueltan al mundo. Es una mierda, es conflictivo, es difícil de entender.

¿Está bien que espere a que dañe a otra persona para gritar yo también? ¿Estoy permitiendo que otra persona sufra para recién ahí decir algo? ¿Existirá otra persona que sufra? ¿Podrá gritar ella?

Esta semana salieron denuncias contra un ilustrador conocido y bastó que una persona hable para que se abran las compuertas y salgan decenas de testimonios similares y hasta peores.

¿Te estoy permitiendo acumular una lista de cuerpos? 



sábado, 22 de febrero de 2020

Rinconcito

Me gusta el conflicto porque me hace escribir
En tiempos de tranquilidad solo puedo dibujar

Soy muy feliz hace 4 años
Y ya casi no escribo
Pero mi mundo se ha llenado de dibujos
De arriba a abajo

Ya nadie sigue aquí
Pero a mí me gusta
Es mi rinconcito
Es una huella más para visitar todos los años

Porque mi lector favorito, 
Para quien escribí todo esto,
Siempre fui yo.

¿Sigues aquí?

Rara vez escribo poemas
Pero suelo robar el acento con el que la otra persona habla
Cuando pienso en ti, 
Pienso en oraciones cortas,
Pausadas, 
En las que cada palabra pesa mucho
Y ha sido bien pensada

No sé cómo decirlo sin caer en redundancia
Ni siquiera sé si fuimos tan amigos
Pero todavía imagino un mundo en el que creas cosas bellas
Y no siento miedo al verte

¿Miedo cuatro años después?
¿Realmente fue tan grave?
No es miedo
Veo violencia
A punto de explotar
Debajo de tanta belleza
De tantas creaciones bonitas

Me gusta lo que leo
Lo que veo a través del vidrio
Suficientemente lejos para que no me pase nada
No me toque
Sin perderme de las flores
Las bellas flores de cerezo
Que flotan en el aire
Y puedo ver volar

Caer sobre el agua
E irse con el río

Me gusta verlas de lejos.
Me siento segura aquí.