sábado, 10 de mayo de 2014

Mi primer día de la madre

Bueno, después de decir cómo odio el día de la madre, quería hablar un poco sobre lo que es ser mamá. Obvio, soy mamá de un perro y sé que si algún día soy madre de una persona y leo esto pensaré "¡Ja! ¡Pobre ilusa, es incomparable!" pero bueno, yo del futuro, déjame escribir.

El otro día estaba con mi mejor amiga y Tito en el parque cuando vimos a una señora pasar con su hijita de 2 años en triciclo mientras le cantaba alguna canción sobre la luna en tono de bebé. Marian me miró y algo preocupada me confesó: "Sabes qué M., miro a esa señora y creo que en verdad yo no podría ser mamá, les hablaría a mis hijos de iguales, no sé si tengo esa capacidad dentro de mí". Y en verdad, yo también me he sentido así, por eso le dije:

"Yo me sentía igual que tú, pero sé que sí puedo, y te pongo un ejemplo. Cuando recién llegó Tito a mi vida, no sentía que lo amaba y no sabía qué estaba mal conmigo porque no podía conectarme con él, pensé que nunca podría quererlo y que pasaría lo mismo con mis hijos. Pero ahora, me levanto todos los días a las 6 de la mañana para sacarlo, sea domingo o sábado, y lo hago feliz porque es mi hijo. Y le canto canciones solo para él y le hablo con voz de bebé, y nada de eso me molesta, es más, me nace. Y no hay nada más lindo en el mundo que estar echada y que esa bola de pelos camine y se eche a mi lado, y que ponga su espalda junto a mi pierna porque quiere sentir que estoy ahí. Eso hace que todo valga la pena, ya nisiquiera se siente como un esfuerzo."

Tito en verdad es lo más lindo del mundo, aunque me haga renegar porque volvió a comerse mi chapstick o a orinarse en el sillón blanco, sé que tengo demasiada suerte de tenerlo y me siento demasiado feliz de que me quiera y ya no imagino mi vida sin él.

Hace unos días soñé que había un apocalipsis zombie, ese debe ser uno de mis grandes temores, y estaba en el techo con un grupo de gente viendo cómo sobrevivir. En un momento tuve que bajar a mi casa por comida, justo no había zombies por ahí y aprovechamos para bajar. Al entrar, me di cuenta de que mis papás habían dejado a Tito en el cuarto de la empleada y se habían ido, y el momento más desgarrador fue darme cuenta de que no podía llevarlo conmigo porque ladraba y nos delataría. Era demasiado triste saber que tenía que quedarse abajo, solo, a merced de todo lo malo. En ese momento sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos; por suerte fue solo un sueño.

Tito me obliga a ser mejor, me obliga a levantarme cuando no hago eso por nadie, me obliga a pensar en alguien aparte de mí. Si tengo que regresar para sacarlo a pasear, regreso. Si tengo que levantarme a las 5am, lo hago, me siento feliz de ver el amanecer juntos. Pasar dos horas en el parque no es ninguna tarea, agradezco cada momento que podamos pasar jugando.

A veces siento que puedo ser un monstruo, que destruí todo lo frágil que había en el mundo con algo que hice, y me siento como la peor persona del planeta; pero él no me ve así. Él se acerca y se echa encima mío, pone su cabeza en mi hombro y ronca instantáneamente, yo soy lo más bonito que existe, yo soy un lugar seguro. Y por eso estoy eternamente agradecida, por ser pura magia ante sus ojos, y trataré de ser tan buena como él me ve.

Solo imagino que cuando tenga hijos humanos ese sentimiento será mil veces más grande. Es increíble cómo puedes sentir tanto amor, aún cuando pensabas que no podías más. Y a la vez miedo, porque parte de ti corre por el mundo y solo puedes tratar de mantenerlo seguro. Pero sí, es grande, es bonito, y lo más importante es que es desinteresado, y eso te hace muchísimo mejor.

Ser mamá de Tito es volver a conocer el mundo; es emocionarte por la textura de la arena en el primer día de playa, sentirte orgullosa porque un día decidió comenzar a levantar la pata para orinar, o porque ahora puede saltar los arbustos. Es nunca más sentir asco al recoger caca e incluso sentirte feliz porque ¡bien brodercito, estás digiriendo bien tu comida! Es hacer nuevos amigos a quienes solo conoces como Mamá de Pucho o Papá de Keira; es saltar, correr y dar vueltas de nuevo, y organizar playdates con amigos perrunos. Ser mamá de Tito es ver lo más maravilloso e increíble del mundo en lo cotidiano. 

Por eso y por mucho más, gracias por dejarme ser tu mamá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

feliz día

M. dijo...

Gracias, anónimo! :)